Cálido y frío: una paradoja de la iluminación

Cálidos y fríos son dos términos comunes, sin embargo, un mundo complejo se refugia en esa aparente sencillez

En la vida diaria lo rojo representa al fuego, lo cálido, lo caliente; su opuesto lo representa lo azul, lo gélido, lo frío. Por ello resulta paradójico que en la naturaleza sea justamente lo opuesto: el azul posee más energía y, por lo tanto, es más caliente que el rojo. Un ejemplo cotidiano lo encontramos en la flama, cuya parte azulada corresponde a la de mayor temperatura, mientras que la menor es la de color rojizo-anaranjado. Experimentos han demostrado, sin embargo, que esa medida de la naturaleza no penetra en la conciencia humana: las salas pintadas de azul suelen ser percibidas por nosotros como más frías que las pintadas de rojo. Tal vez, el origen de esta asociación contradictoria con la física se deba a las reacciones mismas de nuestro cuerpo pues cuando sentimos más calor –como cuando realizamos un ejercicio intenso– adquirimos un color más rojo a causa del mayor flujo sanguíneo, mientras que, bajo un frío intenso, las partes del cuerpo enfriadas adquieren un color más pálido, como azulado.

Si bien la percepción humana del color no empata con sus cualidades físicas, sí se han establecido parámetros precisos para medirla. La temperatura de color se mide en Kelvins (K). Esta unidad es empleada para medir la energía calórica (temperatura) donde el grado 0 es equivalente a -273.15º C, la temperatura más baja posible. Sin embargo, esto no quiere decir que una lámpara de 4000 K se encuentre a una temperatura de 3726.85º C. Los Kelvin en la iluminación, como los que se indican en una bombilla, hacen referencia al color que emitiría un cuerpo negro al ser calentado a tal temperatura. Por ejemplo, si se calentara ese cuerpo a los 2000 K tendría un color anaranjado, a los 6000 K un color blanco, y a los 110000 K un color azulado. Este es el parámetro al que se refieren los Kelvins en la iluminación.

Las letras S, M y L hacen referencia a los conos detectores de color que se hallan en el ojo. Los colores cálidos son más detectados que los colores fríos.

En las flamas y las lámparas incandescentes la temperatura de color está relacionada directamente con la temperatura calórica de la fuente pero no es este el caso de las lámparas de descarga o los LEDs. Por ejemplo, en estos últimos se produce una radiación de longitud de onda ultravioleta que luego es transformada en luz visible por la presencia del fósforo que los recubre. La mayor o menor presencia de este elemento determina el color de temperatura de la fuente: entre más fósforo más cálida será la luz.

Hay que tener en cuenta, sin embargo, que la temperatura de color no está relacionada con el índice de reproducción cromática. Los LEDs, por ejemplo, tienen por naturaleza una mayor presencia del espectro azul, mientras que las lámparas de tungsteno –o la flama de una vela– tiene un espectro más continuo. (La discontinuidad del espectro lumínico tiene efectos sobre las personas).

El contraste entre tonos cálidos y fríos puede ser empleado en el diseño de iluminación, para hacer énfasis en los espacios, en ciertas zonas o detalles. El uso de varias temperaturas crea una atmósfera artificial, pues ciertamente esto ocurre rara vez en la naturaleza, y si bien no sería deseable en espacios cotidianos, en otros sitios particulares su empleo correcto ayudaría a destacar espacios a través de la iluminación. Por ejemplo, se podrían realzar determinados objetos en el lugar o ciertas características de la arquitectura con tonos fríos mientras que el resto del espacio permanece cubierto bajo tonos cálidos.

No obstante, hay que tener en cuenta que las temperaturas de color no tienen ninguna relación con la calidad de reproducción cromática. Si se coloca una fuente con un mal Índice de Reproducción Cromática (IRC) los colores de los objetos y del lugar no se apreciarán tal cual son, algo que puede ser de vital importancia en los museos o en el comercio textil donde es necesario un IRC superior a 90.

Cálidos y fríos son dos términos comunes, fácilmente comprensibles en el lenguaje cotidiano. Sin embargo, un mundo complejo se refugia en esa aparente sencillez. Comprender un poco más de lo que ahí se encuentra es poder comprender más la función de la iluminación y sus efectos en nuestra vida diaria.

Referencia: 
Martin Krautter y Thomas Schielke, Un discurso de la luz. Entre la cultura y la técnica, tr. de Lanzillota Translations, ERCO, Lüdenscheid, 2009, pp. 34-43.

https://store.pantone.com/es/es/articles/como-vemos-el-color.html
Foto inicial tomada de Eco Led Solar https://ecoledsolar.es/blog/la-temperatura-color/